Tenían que ser los orientales quienes organizaran algo tan fuera de contexto. Usando cientos de kilos de harina, azucar y demás ingredientes necesarios para hacer galletas, hot cakes y bísquets, éstos artistas construyeron una ciudad en miniatura con éstas delicias.

Y si acaso se preguntaban qué harían después de que la exhibición se terminara… pues el miércoles 22 se organizó un gran festín abierto al público, donde darían, además, el clásico té. Seguro que los Londinenses no habían disfrutado tanto destruyendo una ciudad desde que invadieron Irak.

P.S. El tiempo no es tangible, pero en nuestras cabezas podemos controlarlo Interesante historia de una familia que tiene un desorden en el sueño