Hace poco surgió una controversia de que los videojuegos nunca podrían ser arte. Los contraargumentos a lo que este señor dice son muy sencillos; no existe el Shakespeare de los videojuegos porque es un medio que no lleva ni 30 años. Cuando surgió la música, eran puros ruidos, cuando alguien empezó a pintar, eran puros garabatos. Cuando empezó este medio, eran puros cuadros.
Pero sin duda el argumento más fuerte es juegos como Every Day The Same Dream o, en esta ocasión Immortall, un juego tan minimalista y estético como inquietante y emocional.
Controlamos al monstruo con A y D, derecha e izquierda en las flechas direccionales o con clicks del mouse. El juego en sí no es muy complicado y se explica bastante bien, por lo que no entraré en tanta descripción y les dejaré que disfruten la experiencia completa.
Absolutamente genial. Tiene un gran mensaje, una buena interacción a pesar de las limitantes e increíblemente, pese a los pocos colores, se maneja muy bien los cambios de humor. Definitivamente Ebert no sólo está mal, sino todo lo contrario a lo que piensa. Eventualmente, con el paso de los años, los videojuegos podrían convertirse en la máxima expresión de arte, pues puede contener a varias formas de expresión artística en el mismo momento.
(Perpetrado de reddit)