La mayoría de nosotros trabajamos para pequeños objetivos incrementales que son parte de uno más grande. Vamos a la escuela para aprender, estudiamos para pasar un examen y obtener un diploma para pasar al siguiente grado y obtener un título. Luego trabajamos para cumplir una meta tras otra.
Algunos entrenan años enteros para un momento especial, una situación irrepetible y posiblemente única. Para los atletas, este momento son los Juegos Olímpicos y aunque hay casos en los que participan en más de uno, sólo en uno de estos eventos tendrán una verdadera oportunidad de acariciar la gloria, antes podrían estar muy jóvenes y después, demasiado viejos.
Esto es lo que le pasó a Derek Redmond en los Juegos Olímpicos de 1992, en Barcelona.
Me es imposible imaginarme lo que debió haber pasado por su mente. Tanto esfuerzo, tanto tiempo, tanto sacrificio. Todo se perdió porque el cuerpo no aguantó, uno de esos factores que realmente uno no puede controlar. La vida de Derek se debió haber sentido terminada en ese momento.
Y sin embargo, él fue a competir. Perder no tiene nada de malo, no hacer la lucha sí lo es. Derek tenía que terminar la carrera, pero ni su cuerpo ni su mente le daban para más. Cuando esos momentos llegan, siempre estarán quienes más nos quieren, listos para ayudarnos a terminar lo que empezamos.
Me pareció una muy bonita metáfora real, una muestra de humanidad y de lo verdaderamente importante: nunca rendirse. Siempre habrá más retos adelante.
(Perpetrado de reddit)