Mi salida de la radio, un acto autoritario: Aristegui
Carmen Aristegui calificó su salida de su noticiero de la radio como un hecho autoritario, desmedido e inaceptable y que sucede sólo en dictaduras que nadie quiere para México, donde se castiga por opinar. La periodista, quien manifestó su respeto por la familia Vargas (propietaria de la empresa MVS), sostuvo que el argumento de que transgredió la ética, es falso y sólo es una coartada. En una conferencia de prensa a la que asistieron personajes de los medios cultural y periodístico, Aristegui dijo sobre de su salida de MVS: “No me disculpo, sino al contrario, ratifico la pertinencia de que la Presidencia de la República se manifieste (respecto al cuestionamiento sobre la salud del presidente Felipe Calderón)” dijo Aristegui.
Normalmente trato de mantenerme al margen de este tipo de temas; política, religión, economía y asuntos serios. La razón es que ya hay demasiadas cosas negativas. Si los cinco o diez minutos que leen de mí cada día (más o menos) les enseña algo útil, les divierte, les da una razón para pensar en otras cosas o les toca alguna fibra sensible, yo me daré por satisfecho.
Pero hoy haré una excepción. Y es que a mi país se lo está cargando la chingada. No puedo hacer mucho, pero si logro dejarles una idea en la cabeza, probablemente empecemos a ser una sociedad más conciente, con más criterio y que conozca sus derechos.
Si no han visto o escuchado la conferencia de prensa, háganlo ahora, no está completa pero le han de faltar dos o tres minutos. El despido de Aristegui fue por violar el código de ética, difundiendo rumores, argumenta MVS. El debate parece centrarse en si es o no un rumor, hay dos textos que son la contraréplica: el primero es de @tuiteante y el segundo de Raymundo Riva Palacio, ambos recomendables para ver los dos lados de la moneda.
Lo que a mí me llama la atención es lo que no se dice, el espacio entre el diálogo. Aristegui toma la nota de una manta que levantaron los diputados del PRD y PT aludiendo a problemas de alcoholismo del Presidente, Aristegui deja a un lado que es una manta —el centro de la noticia— y pregunta, insistentemente, si el Presidente tiene problemas con el alcohol. No lo hace de forma peyorativa, sino como lo que es: una enfermedad, de un personaje público que nos importa a todos. El programa acaba y el resto de la historia lo sabemos, pero detengámonos aquí.
Qué hubiera sucedido si Aristegui no hubiese sido despedida? Yo les diré: nada. La nota habría pasado sin pena ni gloria, claro, habría causado reacciones, pero nada extraordinario. El rumor existe entre la población, que una periodista lo diga no hubiera enterado más que a un par viviendo debajo de una piedra.
Si Aristegui hubiese seguido insistiendo con este punto, perdería su credibilidad. Sabríamos que no es panista, que no es seria y que su opinión es parcial.
En lugar de eso, ocasionó lo que se conoce como the Streisand effect: todo mundo empezó a hablar de Aristegui, se hizo trending topic en twitter y pasó de convertirse en una periodista de nicho a tener ¼ de la popularidad de Steve Jobs en su pico este año.
La segunda reacción interesante es la de la Presidencia de la República. Si yo fuera el encargado del las relaciones públicas del Presidente, inmediatamente habría sacado y publicado un diagnóstico médico que avalara la salud del mandatario. Pocos lo hubieran creído, pero la tensión poco a poco habría disminuido con el paso del tiempo. Ahora es muy tarde. Si sacan ese diagnóstico ni ellos se lo creerían.
A Aristegui no la corrieron por una falta al código de ética. A nadie lo corren por una estupidez así. La corrieron porque les causó ruido, no sé si a MVS o a alguien en Los Pinos. Y tomaron esa decisión sin considerar repercusiones, que la popularidad del Presidente está por los suelos, que tenemos miedo, que estamos hartos de una lucha que no tiene sentido, que yo no sé quién está ganando pero sé quién la está perdiendo: la sociedad. Si me preguntan, el PAN está haciendo todo lo posible para no volver a la silla en nuestras vidas.
Yo no sé qué es peor: si el Presidente tome malas decisiones por problemas de salud o sea así su estado natural.