La semana pasada, el pan nuestro de cada día tuvo una nueva perspectiva. La maestra de kinder Martha Rivera Alanís se encontraba en su clase en una escuela de Monterrey cuando empezaron a sonar balazos. Inmediatamente puso a todos los niños en el suelo y ante el temor de que los pequeños entraran en pánico, hizo algo tan sencillo pero en igual medida tan heróico, inispirador y creativo: empezó a cantar una canción.
Y todo lo grabó con su celular.
Impresionante el contraste. Por un lado, el pan nuestro de cada día, viviendo en una zona de guerra, miedo, desesperanza, tristeza. Todo está jodido. Y la otra cara de la moneda: una mujer, haciendo lo que hace todos los días, pero en una situación totalmente diferente, realizando una acción que aparentaría ser pequeña, pero es este el tipo de obras que requerimos para cambiar nuestra casa, nuestra colonia, nuestra ciudad, comunidad, país, mundo.
Necesitamos entender que no es requisito ser Bill Gates y crear nuestra fundación para quitarle un poco lo jodido que es la vida para muchos, aunque ciertamente unos cuantos miles de millones de dólares no estorban. Pero pequeñas acciones, que de forma aislada serían normales o rutinarias —tirarnos al piso, cantar una canción—, en conjunto le han salvado la vida a 15 niños y han inspirado a millones.
Dos pensamientos para cerrar: esto es pasión por su trabajo. Y su trabajo consiste en cuidar a niños. Esta mujer de verdad suena a una excelente maestra de kinder. No sé cómo describirlo, pero tienen un tono de voz especial. Me parece que lo que falta en nuestro día a día es más pasión y más amor por lo que hacemos.
Finalmente, en entrevista telefónica por RegioBlogs, Martha dice que no es una heroína. Curioso, todos lo héroes dicen lo mismo.