El sistema de impartición de justicia en México es un chiste. Eso ya lo sabemos. De lo que pocos tenemos idea es el tamaño de este chiste. Presunto Culpable es un documental del 2009 que no pasó desapercibido, pero tuvo una muy mala distribución. Hasta que Cinépolis le vio potencial y decidió ser el distribuidor de esta historia.
Toño Zúñiga, un chavo de 26 años, tianguista en Iztapalapa tuvo la mala suerte de ser el elegido un 12 de Diciembre, del 2005 como principal sospechoso de un asesinato. Tras un juicio con amplias irregularidades, Toño fue sentenciado a 20 años de prisión. Desesperados, sus amigos contactaron a Layda Negrete y Roberto Hernández, abogados que habían hecho un documental corto acerca de las irregularidades del sistema penal. Concluyeron que la mejor estrategia que tenían era involucrar a los medios en el caso y con esto comienza la premisa del documental.
Sin tratar de spoilear mucho, Presunto Culpable es una pieza de cinematografía muy contrastante. Uno siente rabia, desesperación, impotencia así como esperanza, emoción y empatía.
Al parecer se necesita hacer un escándalo a nivel nacional para obtener un poco de justicia. Es increíble cómo no es suficiente con tener la suerte de no estar en el lugar y tiempo inadecuado para no ser víctima de un crimen —o de la lucha contra este— sino que también hay que tener la misma fortuna para no ser víctima de las autoridades, cuyas mediciones de efectividad se reflejan exclusívamente en el número de detenidos y procesados en contra del número de crímenes.
Me gusta creer que hay un poco de esperanza, pero no hay cinta suficiente —mucho menos manos, tiempo aire y dinero— para estar realizando un documental de cada uno de las injusticias en nuestro país. Presunto Culpable ha servido para abrirnos los ojos a muchos mexicanos, para por fin capturar y procesar a los hijos del comandante (quien los estuvo liberando con sus influencias) y para investigar a un juez corrupto.
Y casi como anillo al dedo y fruto de una de las más brillantes mentes maestras cayó la campaña viral tras la orden de suspensión. El efecto Streisand en su más amplia expresión.
Sin embargo, hay pocas esperanzas. Todo el sistema está mal diseñado. Sólo por citar un caso específico, los menores infractores —con armas de verdad, lujo de violencia y nada qué envidiarles a los adultos— sólo pueden recibir una sanción menor que no llega ni a cárcel. Ah, y en los medios no pueden mostrar su cara por completo.
Algo está mal, no? Lo más preocupante es que dudo que haya algo que podamos hacer.
Presunto Culpable fue escrito por fael el día lunes 14 de marzo de 2011 a las 5:03 p. m.
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