Hace apenas unas semanas Steve Jobs se retiraba como CEO de Apple. Quien haya visto fotos de él en los últimos cinco años sabía que el momento en que dejara la empresa sería el instante en que ya no pudiera más. Días después, una controversial imagen aparece en un periódico amarillista mostrando a un Jobs muy demacrado.
Yo no pensaba que llegaría tan pronto el momento en el que perdería la vida y hace poco más de una hora, Steve dejó de existir.
Steve Jobs defraudó a su mejor amigo, negó la paternidad de su hija argumentando esterilidad, eliminó hace 14 años actividades filantrópicas, era conocido por estacionarse en lugares para discapacitados y era un mal ganador. Más las cosas que no se le conocieron.
Pero karma’s a bitch y se le diagnosticó cáncer hace 7 años. Evidentemente nada tiene que ver su calidad como ser humano con la enfermedad, pero podemos pensar que sí. No soy insensible a los decesos y es una verdadera pérdida de un genio de los negocios, pero cuando se refieren a él como un modelo a seguir, la frase “en los negocios” es elemental, pues mientras que desearía que tuviéramos más líderes inspiradores, creo que este mundo estará mucho mejor con un ser humano de baja calidad menos, porque ahí sí tenemos un superávit.