Tras el revuelo y las recomendaciones de este filme de origen mexicano que habla acerca del bullying —y esperando que algún día podamos ver Bully, el documental que todo mundo tiene que ver, pero que no lo distribuyen digitalmente, mucho menos gratuitamente—, Después de Lucía parece ser otra de esas historias de las que debemos enterarnos todos.
La cinta empieza bien: es la historia de una chica de Puerto Vallarta que se muda a la Ciudad de México en donde se relaciona con jóvenes de la clase alta, terminan en una fiesta y ella es grabada y ridiculizada teniendo relaciones con uno de ellos, video que ya ha visto toda la escuela. Y de aquí en adelante, todo es cuesta abajo, no para Alejandra, la protagonista, sino para nosotros, la audiencia.
Hay varios momentos claves de la película que son ridículos, exagerados o simplemente poco probables: una chica permitiendo ser grabada, aceptando abusos, volviendo a su lugar de origen y viviendo sola.
Después de Lucía levantó mucho las expectativas y terminó siendo una película lenta, improbable, incoherente y mala, en general.