Dirty Bird tiene una historia diferente—su logo fálico es premeditado.
Wales Online publica la semana pasada una historia acerca de las quejas de los consumidores de esta cadena de comida de origen inglesa acerca de la evidente connotación sexual del logotipo.
Evalúelo usted, amable lector. Si ve en este logo una “d” y una “b”, probablemente tenga un serio problema psicológico, ya que el logo no tiene otra interpretación más que se trata de un miembro viril, con todo y los testículos. Es políticamente incorrecto, de mal gusto, una bomba de tiempo y mercadológicamente hablando, perfecto.
Y la razón de esto último va más allá de la famosa frasde de «el sexo vende» —que en mi humilde opinión, no aporta a nada—. Como concepto de marca, Dirty Bird da en el blanco. Su comunicación resulta fantásticamente consistente; su nombre incluye la palabra dirty, su logo es escandaloso y tiene una textura grunge, los clientes se quejan y el dueño responde de una manera desinteresada (es sólo una “d” y una “b”!) y su bio en twitter dice el resto: “Free Range Fried Chicken: No Bullshit, Just Chicken.”
Esta es una estrategia de comunicación brillante, valiente y arriesgada, enfocada a sobresalir. El logo incluso juega visualmente con la palabra gallo en inglés, poniéndole una cereza al pastel. Si el producto es bueno, iría sin problemas a este restaurante.
Si yo fuera el dueño, no sabría si podría decidirme a un concepto tan arriesgado.
Me gustaría ver más material de Dirty Bird, si el menú es bueno incluso podría llegar a Art of the Menu. Esperemos sigan con esa consistencia.