Una proeza de niveles épicos, en la cual los héroes esta vez eran superados en todos los aspectos; no sólo era el MIT contra otra universidad—ellos estaban en preparatoria, buscando recursos para pagarse su universidad, ya que el gobierno no los apoyaría por no ser legales. Las desventajas no sólo eran de edad, también de recursos: el MIT tenía más de diez veces el presupuesto que estos chicos, su equipo era constituido por el triple de personas (12 vs 4) y el nivel de los mentores no se puede comparar.
El objetivo del concurso se basaba en crear un robot submarino que pudiera realizar una serie de pruebas dentro de una alberca. Organizado por la NASA, existían diferentes niveles para diferentes grados de estudio—los profesores de la escuela decidieron era mejor perder contra los grandes, así que inscribieron al equipo en la prueba más exigente.
Esta historia me tiene muy emocionado; es una historia de cómo hacer más con menos, es Moneyball una vez más, pero en esta ocasión, Oakland le gana a los Yankees. Wired volvió a publicarla para apoyar al lanzamiento del libro, titulado Spare Parts —que ya pedí y no puedo esperar para leer— y que en enero se estrena la película bajo el mismo nombre.
Desafortunadamente, creo, esta historia no tuvo un final tan feliz como debiera. Estos chicos deberían haber llegado a la NASA; el gobierno los debió haber apoyado incondicionalmente, Estados Unidos está hecho una potencia gracias a la gente que va a partirse el lomo todos los días, una gran mayoría son inmigrantes. De hecho, tengo una teoría del por qué EUA (y ciudades importantes, como el DF) son lo que son; han generado un círculo virtuoso de beneficios que pueden ofrecer a quien tenga el compromiso y las ganas de irse a trabajar a ese lugar. Entonces, ese lugar es grande porque atrae a los mejores, y atrae a los mejores porque es grande.
No puedo esperar más por el libro, tal vez mi top 5 de libros tenga un serio contendiente para bajar a dos o tres de su número actual. Les recomiendo ampliamente el artículo.