Disculpen si hiero alguna susceptibilidad con mis comentarios. Al final de cuentas son opiniones que no refleja necesariamente la realidad. Dicho sea esto, creo que las bodas son una pérdida de dinero, en especial las que son muy caras. Hoy por hoy creo que son un vestigio del pasado, mantenido por una estafa a largo plazo que ha creado una industria millonaria que financia campañas de marketing disfrazados de programas de TV para mantener altas las expectativas, y, por supuesto, los precios.
Vox nos presenta el resultado de una investigación del por qué las bodas son tan caras.
Creo que los primeros segundos resumen muy bien el problema: tan sólo por hablar de una boda, el mismo producto sube de precio. Los motivos son variados y muy bien explicados; el primero es que casi todos los clientes son primerizos en adquirir los servicios para una boda, por lo que no conocen bien los rangos de precios. Luego, lo que mencioné de la industria enfocada a convencer que un vestido de novia vale aproximadamente lo que un carro nuevo.
Y todo este gasto, dejándolo en términos prácticos y materiales, para que la familia y un montón de desconocidos puedan comer y beber.
El argumento de los arreglos florales lo comprendo bien y se los creo, pero no es para todos los productos y servicios: en el salón no es como que pierdan más tiempo atendiendo a las novias, y eso aplica con muchos otros servicios.
A veces me siento mal en tener opiniones tan radicales, y si bien una boda no es tanto por lo que nos quedemos, sino por la experiencia, creo que hay mejores formas de invertir el dinero para quedarnos con recuerdos. La industria de las bodas sigue floreciendo, pero no dudo que alguien ya esté trabajando en cambiar este ventajoso esquema.