Posiblemente en la noticia más importante de la semana pasada, Chabelo sale del aire después de 48 años. Prácticamente medio siglo después, el último vestigio de tiempos diferentes en la televisión, cesará de existir.
Chabelo no será extrañado por su trayectoria o su alcance más que por el hecho de siempre estar ahí—que se ha convertido en todo un meme en Internet. Pero así como el tiempo no asegura la sabiduría o la experiencia, medio centenar de años no son símbolo de trayectoria o legado. Todo lo contrario: es una muestra viviente de tiempos muy distintos en el medio del entretenimiento, en el que el tiempo al aire era escaso y limitado, y que por tal razón, las audiencias mexicanas tuvieron que recurrir al único contenido que había en las mañanas de domingo, y que probablemente este fue el factor que definió su éxito; no había nada más que ver.
Este formato jamás podría funcionar en el mundo actual—el programa es aburrido, repetitivo y anticuado (no necesariamente en ese orden), así como su propio conductor, productor ejecutivo y no sé cuántas cosas más. Los ratings de un mundo supercomunicado, con cientos de canales, series y películas bajo demanda, YouTube e incluso videojuegos, terminaron poniendo los últimos clavos al ataúd de En Familia con Chabelo. Lo verdaderamente sorprendente es que esto no hubiera sucedido antes.