No hace mucho tiempo, las películas basadas en cómics eran consistentemente malas. Fuera del Batman de Tim Burton, Superman, Flash, Spiderman, The Rocketeer y Captain America tuvieron producciones que no lograron impactar a las audiencias; parecía que convertir una historieta en una película era un reto demasiado grande para Hollywood… pero no para Marvel, que tarde, pero firmemente —y tras haber perdido sus principales franquicias— incursiona con superhéroes secundarios como Iron Man y Thor, comenzando una nueva era de oro para los cómics.
O eso había entendido, pues el precursor de todo esto fue X-Men, de la mano de 20th Century Fox, que por lo que veo y escucho, siguen mejorando la narrativa. 16 años después quiero entrar a este universo y estar listo para las siguientes funciones. Había que comenzar por el principio.
Honestamente no soy gran fan de X-Men. Recuerdo con la caricatura que su trama era complicada, llena de viajes en el tiempo y que a la postre, terminaban saturando mi joven cerebro. Tal vez eso dejó un estigma que me alejó de Wolverine y compañía.
Lanzada en 2000, X-Men da pie a una saga que hoy consta de 7 películas que para el siguiente mes ya serán 8. Honestamente, la cinematografía y los efectos sí se ven muy viejos, las escenas de acción no son muy buenas y la historia no es impecable, pero la trama es entretenida y sienta un buen precedente con la relación entre Charles y Magneto. Sigo sin ver la razón por la cual hacerme fan de la saga, pero espero irla encontrando en las próximas semanas, con las siguientes películas.