En este año plagado de películas basadas en cómics, probablemente era Deadpool la mayor interrogante. Siendo producida no por Marvel, sino por Fox y presentando una cara muy diferente a lo que conocemos en el género, en cuestión de violencia y vocabulario, esto podía convertirse en una fórmula perfecta para el desastre.
Creo que se encontró el punto exacto en el resultado final, Ryan Reynolds entiende bien la personalidad de Deadpool y la ejecuta de forma sublime. La trama, el diálogos, los efectos e incluso los momentos en los que no hay acción están muy bien planeados y conjugan muy bien la irreverencia y el humor auto referenciado de lo que representa Deadpool. Una muy buena sorpresa, espero con ansias la segunda parte.