therror, el sitio en el que ustedes están, hoy puedo ver que comenzó a desencadenar la tormenta perfecta en la que se ha convertido mi vida hoy; me permitió conocer a mucha gente nueva, y conocer de una forma diferente a los que ya nos habíamos presentado; permeó mis gustos, mis aficiones y se convirtió en un espacio para debatir; me hizo apreciar el marketing, así como el impresionante poder que tenemos todos con la tecnología; me enseñó a escribir, a pensar, a reflexionar, a ser autocrítico y a ser responsable de lo que decimos. Me trajo un trabajo en otra ciudad, le ha ayudado a algunas personas a hacer su tésis —curiosamente, cuando yo mismo no la tenía—; porque Internet es un medio homogenizador. No sabemos quién, o qué hay detrás del teclado. Y no nos importa su género, raza, condición social, convicciones, idioma o edad; siempre serás escuchado, y mucho más cuando tengas algo importante qué decir.
Estos últimos años no han sido lo que me gustaría que fuera todo esto que ven. Y poco he hecho para arreglarlo—la vida adulta es simplemente demasiado. Lo que me gustaría dejar para la posteridad es mi humilde camino, el de una mente que comienza infantil y poco a poco, a través de sus palabras, pueden ir descubriendo su evolución. Y tal vez, con un poco de suerte, sean las mismas palabras de alguien exitoso, pero más importante—de alguien que trajo algo positivo al mundo.
Estos 14 años se acerca más a una línea que vi hace una década: cuándo mi blog se convertirá en mi compañero la mayoría de mi vida. Parecía lejana, le llevaba mucha ventaja, pero día tras día, esta se fue acortando, y no he hecho los cálculos, pero no deben ser ni 18 meses para que esto sea ya una parte mayoritaria de mi vida. Y esperemos que esa división traigan muchos cambios buenos.