El evento que tradicionalmente es el más visto del año se acerca. Este domingo será el Super Bowl #51, y desde mediados de enero han comenzado a publicarse los famosos comerciales del Super Bowl—una costumbre que nace desde que los medios digitales se han hecho masivos. Cada vez más grandes, creativos, disruptivos y caros, quedarse viendo la TV en los cortes comerciales tiene su propio encanto, aunque he de confesar, únicamente en EUA, y ciertamente no siempre; la expectativa no siempre es alcanzada, ya que hay de todo—comerciales buenos, malos, regulares, intrascedentes y raros.

Film Theory, uno de mis canales favoritos de YouTube, hace un análisis semi-cualitativo con el objetivo de determinar la fórmula para ser el comercial ganador del evento: cuándo aparecer; si el comercial debe ser cómico, o no; y para qué marcas.

Creo que el Super Bowl es el claro ejemplo de un círculo virtuoso: el evento se hace más grande porque hay más marcas buscando un espacio, por lo que hay más espectadores, y el evento, por lo tanto, se vuelve más atractivo. Pero difícilmente veo una inversión redituable—y no solo por el video y el análisis, sino por las absurdas cifras que hay que pagar, misma que sigue subiendo, y por lo tanto, más complicado de sacarle provecho.

Y sí, con medios digitales, esa misma inversión puede tener un impacto similar, pero más tangible y real, ya que en medios como la TV se está llegando a una audiencia estimada, mientras que en YouTube es mucho más certero.

Pienso en que tal vez dentro del paquete de tener un anuncio en un evento de esta magnitud, viene incluido el derecho de mencionar dicho evento, y hacer una campaña de publicidad para el anuncio que será transmitido en el partido (qué curioso se sintió escribir esa frase).