Debió haber sido un verano o una primavera. O tal vez uno de esos locos días del invierno chihuahuense en el que el calor nos sofoca. Pero de hace 20 años.
Mi papá se había inscrito en unos cursos de computación de la Universidad y había escuchado de esto nuevo del Internet, en aquel entonces horriblemente denominado la supercarretera de la información.
Como buen tecnólogo, se había enamorado de la idea y las posibilidades. Y ahora él quería un pedazo de esto para su casa.
Un buen sábado fuimos a unas oficinas en la zona bonita de Chihuahua para ver una presentación acerca de Internet. Aparentemente así se vendía este servicio en 1997—como si fuera un tiempo compartido, pero sin la comida gratis, ni el hedor a desesperación por cerrar una venta. El nombre de esta compañía era Infosel.
Al terminar la presentación, mi papá me preguntó qué opinaba, si debíamos contratarlo o no. Recuerdo haber sentido desilusión—me habían prometido, después de todo, la super carretera de la información.
Mi respuesta fue un tajante no. Mi padre, entendiendo el contexto del país, el sistema democrático y respetando las decisiones y opiniones de sus hijos, hizo caso omiso y pocos días después un ingeniero estaba instalando el módem y conectándonos por primera vez a la red.
Desde aquel día han pasado 20 años: Infosel fue vendido a Terra, Internet se volvió el medio de comunicación más popular en el mundo, desde hace 15 años vivo de ella, y, sobre todo, me enseñó que para predecir el next big thing sirvo para una chingada.
El Día que Rechacé Internet fue escrito por fael el día jueves 18 de mayo de 2017 a las 5:37 p. m.
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