Hoy debe ser sin duda uno de los días más extraños que he vivido. Apenas dos horas después del simulacro que conmemora al devastador sismo de 1985, nuestra CDMX es víctima de la naturaleza, una vez más.
Sin previo aviso, la tierra empezó a moverse violentamente, algo que en mis cinco años en esta ciudad, nunca me había sucedido. La alarma normalmente nos da unos segundos de ventaja, pero este 19 de septiembre no fue así. Una vez que pasó el temblor y el susto, volví por mi teléfono para reportarme.
Lo que he visto en las siguientes horas es verdaderamente abrumador. A nosotros nos fue bien, pero hay miles de personas que aún no encuentran a sus seres queridos, que no han podido comunicarse con ellos, que están atrapados en una escuela derrumbada, o aún ni siquiera han sido localizados. Mucha gente tendrá en esta noche, una de las más difíciles y desconsoladoras de toda su vida, una que difícilmente olvidarán.
Y yo estoy aquí, en la comodidad de mi hogar, frente a una computadora escribiendo estas líneas, cuando siento el ímpetu de ir a ayudar. Pero parece que mi esfuerzo entorpecería más de lo que ayudaría.
Tendrá que ser mañana a primera hora en la que analizaré el curso de acción, a través de una aportación en especie, o una donación a las brigadas de ayuda.
Esta noche será una de las más largas de la Ciudad de México en muchos años, pidamos por aquellos que la están pasando peor que nosotros y ayudemos en lo que podamos, de una forma responsable.
32 Años Después fue escrito por fael el día martes 19 de septiembre de 2017 a las 6:37 p. m.
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