Poco más de 4 años atrás, un pequeño pero talentoso grupo de soñadores estaban apostándolo todo con un juego titulado Crypt of the Necrodancer. No podré saber con certeza la posición financiera de Brace Yourself Games pero seguramente de no tener un éxito moderado, su empresa tendría que cerrar y tendrían que empezar a buscar trabajo, y tal vez incluso vender propiedades. Para una industria como lo es la de los videojuegos, el objetivo de todo primer proyecto es simplemente subsistir.
2019 llega y en marzo, prácticamente de la nada anuncian Cadence of Hyrule, una mezcla de géneros y de franquicias que nadie podría haber previsto—un juego de ritmo/acción con la segunda marca más atesorada por Nintendo, y en manos de un estudio independiente en Canadá.
Si bien tengo algunas horas registradas en Crypt of the Necrodancer, fue un juego que no me enganchó; visualmente es muy bueno, las mecánicas son interesantes y el concepto es muy original, pero el conjunto de mi carencia de ritmo y la dificultad lograron convencerme de que simplemente no es para mí.
Cadence of Hyrule, afortunadamente es diferente. Si bien la mecánica es la misma, esta vez no es tan importante (y de hecho hay un modo que la elimina por completo), y en general la dificultad es más baja (aunque no por eso es fácil). El tipo de juego también cambia, pasando de un roguelite (con muerte permanente, niveles generados al azar, sin historia) a una progresión más lineal (con mapa, sin tantos elementos aleatorios, y con la posibilidad de continuar tras morir).
Obviamente también ayuda el encanto de Zelda y su nostalgia. Hoy que me senté frente a la TV sentí algo muy similar a aquella ocasión a mediados de los noventa que me permitieron rentar A Link To The Past para jugarlo con mis amigos en mi fiesta de cumpleaños. En ambos casos, un mundo desconocido frente a mi, invitándome a explorarlo y haciéndome sentir extraviado frecuentemente—aunque en aquella fiesta de cumpleaños este último elemento no fue tan bien recibido por mi joven mente.
Este Hyrule es muy similar a aquel, pero con un giro muy innovador.
Y tal vez eso es lo que tengamos que aplaudirle más a Nintendo; la osadía de prestar una propiedad que ha tenido muy pocos fracasos —el mayor, irónicamente, cuando la cedió a Philips—, pero que también tiene una fórmula muy conocida y estricta. Cadence of Hyrule, más allá de si es gustado o no, puede estarnos dando un vistazo a la estrategia de Nintendo buscando aires nuevos, y en tan solo el primer intento ya se rompió una de esas reglas más estrictas: podemos jugar como Zelda.
Cadence of Hyrule fue escrito por fael el día jueves 13 de junio de 2019 a las 9:31 p. m.
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