Hace unas semanas compramos un cuchillo de chef para nuestra cocina. Después de años de cortar con cuchillos baratos y desafilados —y otros más de ver a mi mamá hacer lo mismo—, el contraste es evidente; no solo los cortes son más finos y precisos, sino que —dice quien sabe— es más seguro que uno sin filo.

Esto me deja pensando en las veces que no utilizamos la herramienta adecuada para el trabajo; cuando no sabemos la técnica para utilizar una rasuradora (tip: se requiere mucho menos presión de lo que creemos), cuando abusamos de Excel para administrar casi todo en el trabajo e irónicamente, también en Excel, cuando lo sub-utilizamos al no dedicarle un par de horas para aprender a usarlo.

 Sin embargo, la herramienta correcta tiene limitaciones y requerimientos; el cuchillo no ha convertido a nadie en un mejor cocinero. El sazón, los ingredientes, la experiencia y el empeño harán el 90% del trabajo; los cortes ayudarán a detallar ese último 10%.

Encontrar la herramienta correcta primero requiere saber que tal vez las que tenemos no son las adecuadas, luego pasamos a preguntar o investigar. Si esto no nos lleva a una mejor herramienta, tal vez sea el momento de crearla.