Más de tres días necesitó la economía más fuerte del mundo para contar los votos después de haber cerrado casillas. Hoy se ha dado el veredicto de que Joe Biden es el nuevo presidente de los Estados Unidos, rompiendo mandatos de ocho años por segunda vez en casi cuatro décadas.
Y sin embargo, Donald Trump estuvo muy cerca de reelegirse. Demasiado, para mi gusto. No vivo en EUA y probablemente no tendremos mayores repercusiones en México, pero el martes de la elección no pude dormir. Para casi media noche, la ventaja de Biden era grande, pero en algún punto de la madrugada la brecha se comenzó a cerrar y fue mi teléfono el que me dio la noticia.
Mi cabeza empezó a darle vueltas al asunto; a pesar del marcado descontento social, a pesar de los movimientos y las marchas, a pesar de una economía que incluso sin la pandemia, nunca repuntó, a pesar de darle la espalda al futuro de la humanidad, a pesar de ser un bully, a pesar de su misoginia y racismo, a pesar de reportes señalando caos dentro de su campaña, a pesar de las controversias semanales, a pesar del impeachment, a pesar de reportes de mal manejo de sus negocios y fraude, a pesar de no cumplir ni la más emblemática parte de su campaña —el muro—. A pesar del COVID-19 y todo esto, la diferencia fue mínima.
Donald Trump entendió algo que probablemente nadie ha llegado a comprender en política—y no podría explicar exactamente qué es. Tal vez pueda ser no solo su desinterés de lo que opinan de él—mientras que para el político promedio la reputación lo es todo, Trump ha hecho lo que ha querido, y lo que piensen o hablen de él nunca le ha afectado. Pienso que la clave puede residir también en su radicalismo, que ha normalizado el racismo y la misoginia; despertando a una gran parte del país que viven con estos ideales. Posiblemente fue su estatus de celebridad de TV, y su innegable reconocimiento de marca.
Hoy parece terminar una larga pesadilla que comenzó hace cinco años con el anuncio de una celebridad de TV que se lanzó para candidato a presidente. Todos nos reímos, pero semana con semana veíamos cómo esta pesadilla se iba materializando paso a paso. A pesar de que algo extraordinario suceda, esta historia tiene fecha de prescripción—el 20 de enero.
Leía anoche en reddit que en algún punto del conteo de votos en Georgia, de no tener tantos muertos por COVID, Trump probablemente habría ganado. Incluso con la pandemia, de no ser tan obstinado, podría haber empezado a vender máscaras MAGA; que de entrada habría financiado su campaña, salvado vidas (y votos), y que claramente habría sido una acción importante para desarmar a sus oponentes argumentando que no existió un plan contra la pandemia—después de todo, 9 meses y contando, pocos países han logrado que su población use cubrebocas.
Lo que no me devuelve el sueño es que esto puede volver a suceder. Tal vez no a nivel mundial, ni de la economía más fuerte del mundo, pero temo por los ciudadanos de ese país—porque tal vez no sean tan suertudos de tener un presidente obstinado, una pandemia mundial y una pésima respuesta a esta situación.
Ese país puede ser el tuyo, o el mío.
Donald Trump: El Genio de la Política fue escrito por fael el día sábado 7 de noviembre de 2020 a las 12:09 p. m.