Da risa pensar en ello, dos competencias, una detrás de la otra, tienen causas y consecuencias tan distintas. Una es esperada por los medios de comunicación meses atrás, por dos o tres semanas antes del evento acaparan casi la mitad de los espacios, cuando el evento comienza es de lo único que se habla y para su terminación, aún se habla de la justa una semana más. No tengo datos exactos, pero se han de gastar millones de pesos en estos atletas para conseguir una o dos medallas. Cuatro cuando nos va bien. México entero festeja estos logros con las ganas con las que se festejaría una Copa del Mundo, sentimiento que sale a flote porque es seguro que el pueblo, en su vida entera lo festejaría. Cuando llegan los atletas son unas celebridades, los entrevistan en dos o tres programas diarios por una semana. Van a los Pinos, desayunan con el Presidente y con todos y cada uno de los directivos de la federación. Todo por tres pinches medallas y colocarse dentro de los cuarenta mejores.
Los medios, por su parte, contrastan aún más dando una extensa cobertura de 5 o 10 minutos diarios de estos atletas, olvidándose de los programas especiales de quienes son estas personas y porqué representaban una esperanza de medalla, que seguramente habrían cumplido.
Y el presupuesto otorgado a estos ganadores no es ni la mitad de lo que se le otorgó a los otros. A los directivos no les interesan atletas que den resultados, sólo aquellos que salgan en la tele y tengan mínimas aspiraciones para colgarse alguna presea.
Lo que si no cambia son los políticos que desayunarán por primera vez con estos atletas, a pesar de haber compartido el mismo techo durante meses, tal vez años.
Estoy convencido en que habría que castigar a los atletas olímpicos. No es posible que una delegación deportiva de un mismo país de resultados tan diferentes y se trate de forma tan desigual. A mi no me importaría que no transmitieran los Juegos Olímpicos y que me lo catapixearan por los Paralímpicos.
Pero claro, mi sueño es guajiro. Mientras a la gente le importe más el espectáculo que los resultados, la cosa seguirá igual.
Es cierto que las limitaciones se las pone uno y si me da gusto que la gente no se rinda, me hace un nudo en la garganta que gente discapacitada no sólo quiera, sino pueda más que gente con la capacidad. Y desde este humilde espacio les agradezco con el alma el esfuerzo y los resultados que no fueron amedrentados ni por su discapacidad física, ni mental, ni por el presupuesto, ni por la falta de reflectores. Si eso no es ponerle huevos, no sé qué otra cosa es.