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Es que no somos tan grandes, tan fuertes, tan experimentados, tan profesionales, tan…

Excusas creadas para justificar fracasos y soltar presión. Esto rápidamente se convierte en un círculo vicioso: nadie confía en nosotros porque no somos profesionales (o grandes, fuertes, experimentados) y no somos profesionales, porque nadie nos ha confiado una tarea importante.
La forma de romper este círculo rara vez llega de forma externa; lo primero que tiene que cambiar es el pensamiento propio.

El lenguaje corporal se puede hackear. Tan sólo tres minutos en una posición de poder cambia la mentalidad de la persona. Y de forma similar, para ser grandes (o fuertes, experimentados, profesionales), primero tenemos que comportarnos y parecer como grandes.

Un detalle: parecer no es aparentar. Este último es un camino rápido, una máscara, un disfraz, una farsa. Parecer, por el contrario, es una acción de auto crítica, de visión y de fortaleza mental. Es preguntarse si lo que estamos haciendo tiene un atajo, y si es que un profesional lo tomaría. Si la respuesta es no, se tiene que trabajar como lo haría ese modelo a seguir, aunque sea más largo y pesado. Y repetirlo una y otra vez, pacientemente.
El primer paso para ser algo es parecerlo.