El Día Que Amaneció Dos Veces en Torreón
Muy poco es lo que recuerdo del eclipse de 1991. Con tan solo 5 años y siendo visible solo parcialmente en Chihuahua, probablemente no dejó una impresión muy grande. Lo que sí es que desde muy joven me llamó la atención la astronomía, en gran medida por mi papá, que se volvió fanático de Cosmos, de Carl Sagan.
Desafortunadamente en los últimos años he perdido contacto con esa parte, pero a un mes del eclipse —que francamente ni pasaba por mi mente— cuando empezó a hacerse más grande la expectativa sabía que tenía que presenciarlo en uno de los lugares que alcanzaría la totalidad. Con eso en mente, buscamos vuelos y hospedaje que resultaron tan rudo como suena—viajando el domingo en la noche a CDMX para tomar un vuelo a Guadalajara y luego a Torreón para llegar a las 8:30am.
El cielo nublado parecía un mal presagio —el día siguiente no hubo ni una nube, todos los locales nos comentaron que en estos meses nunca pasa—, pero tan solo empezó el eclipse y comenzó a despejarse parcialmente. Las nubes realmente nunca se fueron, pero eran suficientemente ligeras para que la luz del sol las atravesara sin problema.
Lo que siguió francamente es indescriptible. En un eclipse solar total, la temperatura baja y se empieza a sentir el frío de la noche, los animalitos empiezan a prepararse para dormir, las sombras de los árboles se muestran muy curiosas y en el intervalo cuando la luna cubre más del 50% al sol, se empieza a ver menos luz—pero no como un atardecer, sino como un polarizado.
En su totalidad, es un momento especialmente mágico. La luz del sol deja de pasar tanto que ya no es posible ver a través de los lentes, es por eso que es el único momento en donde podemos voltear a ver al sol sin protección. En este punto es como la noche, ver el halo solar es algo que difícilmente olvidaré, pero también es impresionante voltear a ver al horizonte, que aparenta ser una especie de amanecer —aunque con un tinte distinto— que va en todas las direcciones.
Vale la pena viajar para ver un eclipse solar? Totalmente. Especialmente considerando que es un evento tan raro que probablemente nos toque un par de veces en nuestras vidas.
Solo me quedo con una espinita: ir a verlo en un lugar con más animalitos y bichitos, y con menos iluminación. En la plaza mayor de Torreón no hay muchos árboles, lo único que vimos fueron los pájaros, pero en un parque seguramente habrían comenzado a cantar los grillos. Además, las luminarias arruinaron un poco el momento. Habría sido increíble ver llegar la noche totalmente.
Espero que la vida me de la oportunidad de presenciar otro evento como este. Si no es así, igual me siento satisfecho y pleno. No me fui de este mundo sin haber visto algo tan maravilloso como esto.
El Día Que Amaneció Dos Veces en Torreón fue escrito por @rafael_soto_ el día viernes 12 de abril de 2024 a las 7:21 p. m.
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